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Eduardo Lasheras: La última milla y el arte de convencer

Eduardo Lasheras: La última milla y el arte de convencer

Director de marketing y producción de la Universidad Andrés Bello y fundador de Marketing Feliz escribe sobre el agotamiento de fin de año.

El título de este artículo apela a que, en el ámbito del marketing interno, las empresas buscan en su aplicación del ejercicio comunicacional convencer y no doblegar la opinión de quienes piensen distinto.

Si bien, existen ciertas reglas del juego que son propias a la industria, empresa y su operación, aquí no se busca provocar conflicto interno al imponer todo coercitivamente o cercano a ello.

Más bien se intenta –y espero se logre– crear un mensaje saludable, coherente, significativo y veraz. En este, los colaboradores de una empresa debieran encontrar cobijo y sentido a lo que se les comunica, respondiendo en acciones que vayan en directo beneficio a sus labores y a la empresa que les ampara.

Nos encontramos terminando el presente año, se acercan las festividades y las personas comienzan a demostrar signos de absoluto cansancio, alcanzando en algunos y lamentables casos el famoso y no querido “burn out”. Miran más los días que restan para llegar a sus futuras vacaciones que los objetivos organizacionales que aún se encuentran pendientes a lograr.

¡Vaya situación! ¿cómo pedir un último esfuerzo a quienes no quieren o no pueden más? Pues acá, y tal cómo se preparan los deportistas de alto rendimiento, juega más lo motivacional que el aprendizaje de nuevas herramientas o desarrollos para emprender.

Dicho de otra manera, cuando el deportista está cansado, pone en uso toda su preparación psíquica/mental para sacar energías en donde ya no las hay. Así también, su técnica que ha desarrollado por años. La misma que es considerada su nivel de pericia que le ha llevado al momento en el hoy se encuentra.

"Desde la estrategia hasta la implementación, cada paso que demos en este período debe ser cuidadoso."

“El momento de la verdad” –como aquella canción de Survivor en Karate Kid– que  todas y todos hemos experimentado y, espero, superado con más de una anécdota que contar en tiempos más calmos.

Lo anecdótico de esta situación, que mayormente es en esta época del año –que se supone– más libre, cuando las empresas tienden a implementar las bases o proyectos vinculantes a las próximas innovaciones.

Entonces, para desarrollar un adecuado plan de marketing interno positivo que apunte a superar estas barreras y lograr la meta esperada, tenemos que entender, primero, cuáles son las posibles razones que pueden tener a nuestros trabajadores en este presunto estado de agotamiento y agobio.

Una presión y sobrecarga emocional que son producidos por diversos factores, de los cuales podemos señalar solo algunos, tales como:

a) Exceso de tareas y responsabilidades, ocasionados –en parte– por el momento circunstancial del año, en que, por ejemplo, se deben cumplir las metas comerciales, alguna etapa de “ese” largo proyecto, ordenar la administración y procesos internos, desarrollar actividades alusivas al término de año y festividades, cenas y eventos. Todo eso, que en principio disfrutamos, enfrentamos luego como un desafío a superar y terminamos deseando su cercano término y gritar a los cuatro vientos ¡Al fin!

b) Demandas contradictorias de distintos líderes, dado que lo anterior y lo que produce afecta a toda persona dentro de la organización sin importar el nivel jerárquico en que se encuentre. Al final del día, el organigrama no segmenta la imperiosa necesidad de alcanzar –en la última milla– los objetivos pendientes del presente año.

"Pues acá, y tal cómo se preparan los deportistas de alto rendimiento, juega más lo motivacional que el aprendizaje de nuevas herramientas o desarrollos para emprender."

c) Cultura de urgencia permanente. Una enfermedad organizacional que debemos estar atentos a ella. Si todo es urgente, ya nada lo es. Las urgencias tienen a provocar errores. Los mismos que, pasada la tormenta, se quedan por más tiempo de lo deseado.

d) Expectativas imposibles de cumplir, lo cual genera más agobio y posiblemente un desencanto que afectará profundamente a la autoestima y productividad del colaborador. Un liderazgo sin un “norte” creíble, solo será un esfuerzo vacío ante una audiencia que no lo validará.

Desde la estrategia hasta la implementación, cada paso que demos en este período debe ser cuidadoso. La idea, en el fondo, es abrazar el cambio con el fin de provocar un punto de inflexión desde la sensación que limita a una que desafíe positivamente. Creando empoderamiento y acciones que terminen con el estancamiento y prendan el motor para este último período.

Esta transformación cultural, que busca recuperar el bienestar de sus trabajadores en plena batalla de término de año, tiene que ir de la mano del humor y el desarrollo de nuevas formas de trabajar, creando ocasiones para adaptarse, innovar y aprender.

La empresa que las desarrolle hará de sus trabajadores personas de mayor capacidad no solo de tomar decisiones, sino también de ejercer su autonomía.

Esto, en definitiva, formará equipos más comprometidos, ambientes más creativos y el logro de sus anhelados y necesarios objetivos organizacionales sin sacrificar a su recurso humano, logrando una mejor rotación y una mayor satisfacción laboral.

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