Oscar Marcos: Política digital en tiempos de bots
- Escrito por Publimark

Managing director de Soul se refiere al debatido fenómeno de la manipulación política desde cuentas en redes sociales.
El escándalo que destapó al protagonista detrás de la cuenta anónima “Patito Verde” y las reiteradas acusaciones de bots en medio de la campaña presidencial han dado mucho de qué hablar.
Más allá de los hechos, se expone un fenómeno que lleva años presente en el debate digital: la manipulación política a través de cuentas que, sea de manera humana o automatizada, instalan narrativas polarizantes.
Por un lado, existen las cuentas gestionadas manualmente por los llamados “faceless influencers”: personas que, bajo un seudónimo, crean contenido. No son algoritmos, pero operan con disciplina y constancia, construyendo un nicho de seguidores y peso en la conversación pública.
Por otro, están los bots: programas que replican mensajes de manera masiva, amplificando consignas, hostigando a personas y generando una sensación de “mayoría”. Su poder radica en el volumen y la velocidad.
El problema es que para el usuario promedio de X la diferencia es casi indistinguible. Una cuenta que todos los días dispare mensajes políticos con buen timing según la contingencia y buenas prácticas digitales (narrativa, extensión y día/hora de publicación) puede convertirse en una suerte de “voz autorizada”.
Y si esa voz se suma a una red coordinada, el mensaje se multiplica en segundos. Es un escenario donde lo orgánico y artificial se diluye, donde la opinión pública se vuelve –aunque sea por escaso tiempo– manipulable.
"... cómo distinguimos las voces reales de las programadas y cómo, pese al ruido, mantenemos un debate político que nos hable de futuro y no de fantasmas digitales."
El riesgo no está solo en los bots, sino en la capacidad de quienes están detrás de transformar hechos en falsedades con la facilidad de un click (el don y maldición de nuestras queridas redes sociales).
Cuando un ataque personal o caricatura se repite lo suficiente, termina siendo parte de la narrativa. Y lo más grave: desplaza las discusiones de fondo por un intercambio de memes y desinformación que son tomados como verdades (a veces absolutas).
Frente a esto, la transparencia es clave: más que saber quién está detrás de una cuenta, el problema está en la poca educación digital que tenemos. Avanzamos en la digitalización, pero ¿se comunican correctamente los riesgos? ¿Hay campañas de prevención frente a la desinformación de bots? ¿Frente a la IA?
La falta de “perros guardianes” digitales (tanto de la empresa detrás de las apps como de organismos gubernamentales) puede tener consecuencias cada vez más graves a medida que la tecnología avance y el conocimiento de ella quede solo para unos pocos.
En un tiempo en que cualquiera puede disfrazarse de multitud, la verdadera pregunta no es si habrá bots –porque, de haber, los habrá– sino cómo distinguimos las voces reales de las programadas y cómo, pese al ruido, mantenemos un debate político que nos hable de futuro y no de fantasmas digitales.
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