David Iacobucci: Nuevas fronteras de la transformación digital

Estamos a muy poco de iniciada una nueva década, hito temporal que marcará la maduración de avances tecnológicos, como la versatilidad sin límite de los smartphones, y que será punto de partida para el surgimiento de nuevos avances inmersos en esta era de transformación digital y tecnológica.

Cuando hablamos de Inteligencia Artificial (IA) para nadie es un tema nuevo. Es más, como concepto, fue acuñado hace 60 años y, antes de poder observar sus aplicaciones en la vida real, ya teníamos noción de su alcance, impacto y desafíos, en la novela futurista Yo Robot de Isaac Asimov (1950).

Sin embargo, desde 2020 y en adelante, seremos testigos de un nuevo nivel en lo que respecta al perfeccionamiento de la IA. En esta etapa, el desarrollo del Machine Learning (Aprendizaje Automático) y el Deep Learning (Aprendizaje Profundo) permitirá desplegar el nuevo potencial de la IA en diversas industrias.

Un área en la que veremos avances sustanciales gracias a la IA y su evolución en la capacidad de aprender son los vehículos de conducción autónoma. Ya no solo reaccionarán a través de sus sensores, cuyos mayores avances a la fecha se referían a aumentar su cantidad y sensibilidad.

Ahora, la acumulación de datos permitirá el vehículo analizar en tiempo real y predecir los comportamientos de los demás móviles, autónomos o conducidos por personas, y reaccionar según la necesidad. Algo parecido a lo que hacemos los humanos, pero sin el riesgo de quedarse dormido o ir mirando el teléfono móvil.

Otra disciplina que se verá beneficiada será la medicina. Gracias a la analítica de datos y el aprendizaje automático y profundo, será posible desarrollar fármacos y moléculas a menor costo, pues el flujo de producción verá eficiencias notables en el periodo de investigación y los ensayos clínicos.

El procesamiento prácticamente automático de grandes cantidades de datos permitirá entregar diagnósticos más precisos, especialmente de las llamadas “enfermedades raras”, que tienen incidencias mínimas en la población. Podremos conocer cómo se llegó a ese diagnóstico y cuál es el tratamiento más adecuado. Los médicos estarán muy beneficiados con este avance, pero más aún los pacientes.

Esta nueva década avanzará también la Inteligencia Artificial Conversacional. Asistentes como Siri, Cortana o Alexa ya son eficaces en tiempo de respuesta. Su próximo paso será un lenguaje natural, generando una conversación en que será difícil distinguir si se habla con un humano o un robot.

El porcentaje de acierto se acercará a 100% o fallará por solo algunos decimales, lo que significa que, por cada 100 palabras, el asistente fallará en una o menos. En vez de tener que adaptar nuestras expresiones, serán ellos los que se adecuarán a nuestra forma de hablar, lo que implica inflexiones de voz, tonos, matices, modismos, sarcasmos, ironías, e incluso, leves cambios que denotan cuando mentimos o estamos nerviosos.

La innovación no solo alcanzará al lenguaje oral, sino que veremos aplicaciones avanzadas en materia escrita. Los nuevos dispositivos conversacionales podrán, además de hacer comentarios coherentes, inteligentes, hasta creativos, podrán escribir incluso historias extensas. Estaremos leyendo una novela, y por qué no una saga, escrita por un robot.

Debo aclarar que los nuevos alcances que acabo de explicar para el campo de la IA, Machine Learning y Deep Learning los señalé en un contexto de computación binaria, con bits, ceros y unos. Pero la computación cuántica, con qubits y un potencial de procesamiento de datos millones de veces más rápido que lo tradicional, ya es una realidad y es cosa de tiempo comenzar a ver sus aplicaciones en la vida cotidiana.

Cuando llegue ese momento, tendremos que nuevamente expandir nuestros límites, ahora hacia fronteras digitales y tecnológicas insospechadas.