La monarquía británica como una marca global Destacado
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Académico de marketing corporativo de una universidad londinense expuso cómo la reina Isabel II promovió a esta institución en todo el mundo.
La reina Isabel II no era solo una monarca, representaba una marca global, que durante las últimas siete décadas definió y promovió a la nación británica en todo el mundo.
John M.T. Balmer, profesor de marketing corporativo en Brunel University de Londres, sostiene que, aunque los funcionarios de la corte y los miembros de la familia no lo describan como tal, examinar la monarquía británica a través del prisma de una marca puede agregar una perspectiva significativa de por qué ha perdurado y es significativa para tantas personas.
Escribe en The Conversation, medio colaborativo de académicos y periodistas, que la monarquía británica tiene varias líneas de marca: la corona, los reinos de la Commonwealth, la familia real y sus miembros. “Podría decirse que la reina Isabel ha reunido todos estos hilos en un paquete global que es como una marca corporativa en varios sentidos”, comenta Balmer.
Solo los símbolos de la monarquía, como la corona, la cifra real (monograma de la realeza reinante) y el escudo de armas real son poderosos símbolos similares a las marcas registradas.
Cuestión de alcance
En la actualidad, unas 800 entidades pueden marcar sus productos con las armas reales y “Con cita previa a Su Majestad”, lo que dice que un producto es apto para un monarca. A otras se les concede el uso del prefijo real, como la Royal Opera House de Londres. Para usar ese “Royal”, se requiere un permiso de la Oficina del Gabinete en Inglaterra e Irlanda del Norte, o del gobierno de Gales y Escocia.
La marca real también se asocia con un valor financiero, con algunas estimaciones que sitúan el valor de capital de la monarquía del Reino Unido como negocio en 67.500 millones de libras esterlinas.
Afirma John M.T. Balmer que, junto con su antigüedad, el Reino Unido tiene una de las últimas grandes monarquías del mundo y esto atrae un interés mundial considerable. El alcance geográfico de la monarquía británica también es significativo.
La posición del rey o reina, como jefe de estado de 15 reinos de la Commonwealth, cubre a 100 millones de personas. Y alcanza también a 2.500 millones de personas de 54 países que, durante el reinado de Isabel, se independizaron del imperio.
Promesa de marca de la Reina
Explica el profesor Balmer que, tradicionalmente, los monarcas hacen promesas al hacer declaraciones de adhesión y juramentos de coronación. Y que, en el caso de las marcas, esas promesas connotan un conjunto de expectativas, por lo que deben ser auténticas, coherentes y valoradas.
Aludiendo a un discurso pronunciado en Sudáfrica en 1947 por la entonces princesa Isabel, en que enfatizó el concepto de “una vida de servicio”, que luego fue el tenor clave de su reinado, el académico señala que Isabel II entendió claramente el concepto de marketing de que “el cliente es el rey”.
La monarca pareció darse cuenta, según él, de que, como cabeza de una monarquía constitucional, era más apropiado hablar de “un pueblo con una Reina” que de “una Reina con un pueblo”. Mientras la propiedad legal de la monarquía reside en la monarquía, su propiedad emocional recae en el pueblo.
La monarquía británica, cuyas raíces se remontan a más de mil años, se convierte así en un ejemplo de marca de herencia corporativa, cuyas características centrales han perdurado por generaciones.
Las cinco R
Como parte de una investigación sobre las monarquías en el Reino Unido y Escandinavia, John Balmer desarrolló el modelo de las “cinco R” de la combinación de marcas reales, que expone los criterios que un monarca constitucional moderno debe cumplir para mantener este tipo de éxito de marca.
En es sentido, el monarca debe ser real, en cuanto a su estatus especial definido por el Estado, y real, en su forma de comportarse como monarca. Asimismo, debe ser relevante para el país, respetado por la gente y receptivo para aceptar el cambio.
Según Balmer, la reina Isabel II cumplió con los cinco criterios y es por eso que es un ejemplo perfecto de un monarca constitucional, siendo poco probable volver a ver su tipo.
“Con la muerte de Isabel, el Reino Unido no solo ha perdido a un monarca constitucional incomparable, sino también a uno de los mayores activos de marca del país. El nuevo Rey tiene zapatos importantes que llenar pero, en la Reina Isabel, también tenía una guía experta”, dice el profesor de Brunel.
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