Eduardo Lasheras: ¡Somos premium!

El director de marketing y producción de la Universidad Andrés Bello, y fundador de Marketing Feliz, entrega una perspectiva de este concepto desde el marketing interno.
Las marcas premium están de moda. Cuando hablamos de ellas, surge inmediatamente esa conexión hacia una percepción de mayor calidad, mejor servicio o bien, un –consecuente– precio más elevado.
Sí, por que existen consumidores dispuestos a pagar mayores precios por recibir y disfrutar de todos estos atributos, pero también de obtener esa distinción que se origina desde la emoción de pertenencia y probablemente de demostración hacia su entorno, sobre: “el dime qué consumes y te diré quién eres”.
Estos atributos o componentes subjetivos son perfectamente transportables al vertiginoso mundo de las organizaciones. En donde su recurso humano, observado desde este prisma, puede ser considerado como un elemento valioso y exclusivo. Cuyo aporte significativo, es valorado por la empresa que le acoge y se beneficia de su desarrollo.
No obstante, si los colaboradores no lo ven o sienten de esta manera, difícilmente se logrará ese halo de excelencia que debe primar dentro de la empresa.
Creer que realizar acciones aisladas y sistemáticas –focalizadas a solamente informar o medir acciones– servirá para este propósito es un error que atenta contra la generación y fomento de una cultura organizacional sana, cada vez más robusta, que es y será desarrollada por una comunidad interna cohesionada y motivada.
"Esto de ser premium, si bien puede ser asociado a cómo la empresa se presenta ante a su entorno, también resulta interesante verlo en cuanto a cómo desarrolla su relación con sus colaboradores."
Señalado el mal, ya sabemos que el marketing interno y positivo nos salvaguardará en este desafío. Pues, si ya conocemos cuáles son los atributos asociados a la palabra premium, que –dicho de paso y tal como señalé anteriormente– son bastante subjetivos, podemos comenzar a visualizar cómo estos pueden ser parte de una cultura organizacional.
Por ejemplo, ser “exclusivos” puede ser perfectamente una diferenciación de un elaborado y bien comunicado plan de capacitación interna. Contemplando en él, el aprendizaje de herramientas técnicas y blandas, para hacer de su recurso humano uno cuyas características y competencias se distingan por sobre quienes ofrecen servicios similares en un álgido y complicado mercado laboral.
Los colaboradores beneficiados buscarán aprender tales herramientas y luego aplicarlas, sintiéndose motivados –a cualquier escala o posición dentro del organigrama– por el aumento en sus competencias profesionales y el aporte que pueden entregar a la empresa que les acoge.
Esto también puede venir acompañado de otro motivo asociado: por ejemplo, la adquisición de nuevos equipos o software de vanguardia que requieren de un aprendizaje previo para su uso. Siendo así, estos nuevos conocimientos serán “deseados” por sus líderes técnicos que, luego, en la cotidianidad de sus funciones, permearán con “pasión” al resto de la organización. Como bien sabemos, “las buenas ideas se pueden imitar, pero el talento jamás”.
Ambos caminos se decantan hacia la “calidad” percibida (subjetiva) y real (técnica o de otra índole) de sus funcionarios. Por tanto, son atributos que eventualmente pueden ser usados en una campaña de comunicación y marketing externa que distinga el servicio y/o producto por sobre sus competidores. Otorgándole una diferenciación que permita ser un argumento de venta atractivo y consecuente al espíritu de marca.
"Una organización 'premium' fuerte y valiosa es una que ha adquirido este estatus por medio de un permanente y bien estructurado, coordinado y comunicado plan de relacionamiento interno..."
Todo un desafío para los competidores más cercanos, quienes prontamente intentarán imitar a quien destaca sobre ellos, ya que estas características son las que provocarán un mayor valor percibido ante un consumidor dispuesto a pagar más al momento de adquirir la oferta.
Esto de ser premium, si bien puede ser asociado a cómo la empresa se presenta ante a su entorno, también resulta interesante verlo en cuanto a cómo desarrolla su relación con sus colaboradores.
Hoy comprendemos que tener estas características, o mejor dicho esta visión de excelencia, puede ser aplicado a todo ámbito interno que la empresa desarrolle, sea en sus procesos, en sus activos, en sus trabajadores o en su relación con ellos.
Una organización “premium” fuerte y valiosa es una que ha adquirido este estatus por medio de un permanente y bien estructurado, coordinado y comunicado plan de relacionamiento interno, el cual, tras demostrar durante mucho tiempo una preocupación real por sus trabajadores, estos validan su accionar y decisiones, compartiendo, en una sincera búsqueda de ser un aporte trascendental en calidad y tiempo, los éxitos y emociones positivas resultantes en un buen trabajo mutuo y sinérgico.
Es así y tal como lo dijese Peter Drucker: “la cultura se come a la estrategia en el desayuno”.
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