Fernanda Rodríguez y Carlos Lazcano: Invertir sin haber registrado tu marca
La asociada y el asociado senior del Grupo de Propiedad Intelectual e Industrial de Albagli Zaliasnik (az) escriben sobre el riesgo que esto implica.
En el mundo empresarial hay decisiones que parecen menores, pero que pueden marcar el futuro de un negocio. Una de ellas es el registro de una marca antes de lanzar un producto o servicio.
En Chile, es habitual ver a personas, emprendedores y empresas que destinan meses a crear su marca, identidad visual, invertir en redes sociales, diseñar envases/empaques y desarrollar productos bajo una marca determinada sin antes revisar la factibilidad de registro de dicha marca, o bien, registrarla directamente en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial. Esta omisión, puede ser un error costoso que ponga en riesgo la inversión y esfuerzo realizado para posicionar la marca y negocio.
En Chile rige el principio de que el primero que registra es quien adquiere el derecho, una realidad que muchas personas, empresarios descubren cuando ya es demasiado tarde.
Obtener el registro otorga al titular el uso exclusivo del signo en todo el territorio nacional y le permite impedir que terceros lo utilicen o intenten beneficiarse de éste. Además, el registro constituye una verdadera herramienta de defensa que habilita al titular para actuar frente a infracciones y reclamar las indemnizaciones que correspondan en caso de daño o uso indebido.
Nuestra Ley N° 19.039 sobre Propiedad Industrial establece expresamente, en su artículo 19 bis D: “La marca confiere a su titular el derecho exclusivo y excluyente de utilizarla en el tráfico económico en la forma que se le ha conferido y para distinguir los productos o servicios comprendidos en el registro. Por consiguiente, el titular de una marca registrada podrá impedir que cualquier tercero, sin su consentimiento, utilice en el curso de las operaciones comerciales marcas idénticas o similares para productos o servicios que sean idénticos o similares a aquellos para los cuales se ha concedido el registro, y a condición de que el uso hecho por el tercero pueda inducir a error o confusión. Cuando el uso hecho por el tercero se refiera a una marca idéntica para productos o servicios idénticos, se presumirá que existe confusión”.
"...registrar una marca no debe verse como un gasto, sino como una verdadera inversión, ya que en definitiva todo el negocio girará en torno a esa marca que decidí proteger desde sus inicios."
Otro error común es pensar que conviene esperar a que el negocio crezca para recién registrar la marca, cuando la idea es hacer exactamente lo contrario. El mejor momento para hacerlo es antes de lanzar el producto o servicio para que todo el esfuerzo en marketing y posicionamiento se realice sobre una marca comercial registrada.
Además, el registro permite licenciar la marca con seguridad y así poder autorizar su uso por terceros. En caso de surgir un conflicto, la titularidad inscrita en INAPI demuestra de forma indubitable que la marca me pertenece, lo que me otorga todos los derechos exclusivos que reconoce la Ley de Propiedad Industrial.
Por lo tanto, registrar una marca no debe verse como un gasto, sino como una verdadera inversión, ya que en definitiva todo el negocio girará en torno a esa marca que decidí proteger desde sus inicios.
Si bien es posible solicitar el registro una vez que el negocio ya está en marcha, hacerlo en esa etapa implica un riesgo mayor, pues siempre existe la posibilidad de que otra persona haya inscrito previamente un signo idéntico o sustancialmente similar para los mismos productos o servicios.
Al momento de crear un negocio, proyecto o emprendimiento, lo más recomendable es presentar cuanto antes la solicitud de registro de marca, con el fin de verificar su viabilidad y determinar si será necesario modificar el nombre para evitar conflictos. De esta manera, protejo mi negocio y obtengo la exclusividad sobre el uso y explotación de mi marca en el mercado.