La brecha entre el propósito y su implementación Destacado
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Según estudio de Almabrands, 80% de las empresas encuestadas tiene una definición al respecto, pero solo 31% ha definido indicadores para medir su propósito.
Los cambios sociales, la urgencia climática y los cuestionamientos al modelo económico han llevado a las personas a demandar y exigir a las empresas un involucramiento más activo en estos temas. Abordar un propósito organizacional se torna por tanto relevante para estas últimas, que cada vez más buscan centrarse en una gestión conectada con el entorno, la sociedad y los trabajadores.
En un estudio de la consultora Almabrands, las empresas señalan los desafíos más relevantes que enfrentan en ese sentido. El 45% de las 153 empresas encuestadas, de diversos tamaños, habla de generar impacto positivo más allá del negocio, mientras el 44% menciona fortalecer la preocupación por el colaborador. Más abajo se ubica mejorar y resolver la experiencia de servicio al cliente (27%).
Sin embargo, la investigación, denominada “La irrupción del propósito, ¿viaje o destino?”, revela que hay brechas significativas entre lo que las empresas han realizado en torno al propósito y la plena implementación de una estrategia que involucre a toda la organización.
El dicho al hecho
En el estudio, cerca del 80% dice que tiene un propósito definido en su empresa. Entre el 67% y 68% indica que ha comunicado ese propósito a toda la organización y que ha involucrado activamente a los ejecutivos y al directorio.
Pero a la hora de una implementación profunda del propósito, los números son menos expresivos. Poco más de la mitad ha comunicado ese propósito a sus públicos objetivo, menos de la mitad implicó a todos los colaboradores en su construcción, el 41% tiene activo el propósito en todos sus procesos y solo el 31% ha definido indicadores para medirlo.
Como advierte Carolina Altschwager, directora ejecutiva de Almabrands, construir propósito no es solo definir una frase inspiradora. “Implica replantear el sentido, cómo se hacen las cosas, el proceso y su impacto, la gestión de los negocios y personas en la operación diaria de los procesos de innovación, la relación con las comunidades, entre otros elementos”, señala.
Según la experta, una empresa tarda en promedio de tres a cinco años en construir e implementar a cabalidad una estrategia en torno a su propósito.
Carolina Altschwager, directora ejecutiva de Almabrands
Empresas B con ventaja
Si bien la mayoría de las empresas dice tener una definición de propósito, aún existen brechas en el viaje para construirlo. Revela este estudio que, entre todas la encuestadas, las empresas B muestran claras ventajas en el camino recorrido.
Josefa Monge, presidenta ejecutiva de Sistema B, organización que promueve a las empresas B en América Latina, comenta que esta entidad crea y gestiona empresas que se movilizan por un propósito.
Agrega que aquello hace imprescindible un ejercicio de conocimiento y conexión profunda con el entorno. “Estamos seguros de que el cambio social y ambiental lo hacemos entre todos, partiendo por la empresa cuyos tratos, relaciones, condiciones e impactos deben ser reflejo de la sociedad que buscamos”, afirma.
Un 59% de los encuestados por Almabrands menciona al “trabajo digno y crecimiento económico” como temas en que las empresas deben involucrarse activamente. Y un 58% hace referencia al “cuidado del medio ambiente y cambio climático” (aún no se concía el informe global de expertos sobre cambio climático).
Fuente: Almabrands, "La irrupción del propósito, ¿viaje o destino?", agosto 2021
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