Esteban Ibarra: El mundo gamer es mucho más que jugar

La actualidad del fenómeno del videojuego analizada, tras el Día del Gamer, por el gerente general de Dentsu Creative.
Desde la perspectiva del prejuicio los videojuegos siempre fueron un pasatiempo adolescente. Esa caricatura del “niño rata” que no salía de su pieza construyó una pésima fama a quienes simplemente disfrutan jugar.
Lo cierto es que hoy el gaming es un gran pilar de la cultura digital: mueve más dinero que la música y el cine juntos y muchas veces define cómo vemos, conversamos y compramos. No hablamos sólo de jugar: también se mira y se crea.
En un estudio de Dentsu, “State of Gaming”, se confirma esa escala y madurez: a nivel global crece la audiencia, el gasto en contenidos y las horas vistas de streaming. Y el juego ya es parte de la vida cotidiana, también en Chile y Latam.
Ya no se trata de mirar pasivamente una historia, sino de vivirla. Series como The Witcher, The Last of us o Gran Turismo nacieron de sagas gamer, y la música encontró escenarios en conciertos dentro de Fortnite.
El fenómeno va más allá del juego: millones dedican horas a ver a otros jugar y a conversar sobre esos mundos. Los transmisiones en directo, los gameplays y los reviews, son espacios que crean códigos que luego se comparten por whatsapp o se repiten en el patio del colegio y en la sobremesa.
Porque, no nos engañemos, la audiencia es absolutamente transversal. El jugador promedio ronda los 37 años, más de la mitad son padres y la mayoría de los usuarios de internet de 16 a 64 años juega en algún dispositivo.
"Si entendemos el fenómeno y eliminamos el prejuicio, podemos ver que jugar no es perder el tiempo, es participar de la cultura digital, aprender y conectar."
En Chile y en Latam, donde somos mobile-first, el gaming cruza generaciones, géneros y bolsillos. “Gamer” dejó de ser una etiqueta para convertirse en un acto cotidiano que convive con estudiar, trabajar o ver series.
Para muestra, dos botones: Roblox y Minecraft. Son espacios digitales donde millones crean y socializan. En Roblox, marcas, artistas y comunidades diseñan experiencias jugables, conciertos y tiendas; en Minecraft, la cultura del “hazlo tú mismo” vive en servidores, mods y mundos colaborativos. Y desde ahí, nace todo un ecosistema, alimentado por youtubers y streamers.
Para una audiencia enorme, incluida la chilena, ver a sus creadores favoritos hablar de juegos, reaccionar a novedades y recomendar equipos, skins o modos se volvió tan relevante como jugar.
Y a la manera tradicional de jugar, frente a un computador o una consola, hace algunos años se nos sumó la capacidad de movernos entre pantallas. La realidad aumentada nos sacó a la calle con Pokémon Go, la realidad virtual logró romper el límite entre lo físico y lo digital y el 5G ha permitido experiencias sin cortes.
Para educación, trabajo y creatividad, los entornos bien diseñados se pueden convertir en espacios donde se entrenen habilidades de resolución de problemas, capacitación, pensamiento estratégico y colaboración, pueden ser espacios que permiten un aprendizaje práctico, incentivando la motivación por aprender y conectar de formas innovadoras y no tradicionales.
Los videojuegos son una manera de experimentar una necesidad que tenemos desde niños: el deseo de jugar. Hoy, esa necesidad es potenciada con tecnología, creatividad y comunidad. Si entendemos el fenómeno y eliminamos el prejuicio, podemos ver que jugar no es perder el tiempo, es participar de la cultura digital, aprender y conectar.
El mundo gamer no es el futuro; es el presente. Entenderlo, ya seas educador, publicista, artista o un simple consumidor, no es opcional; es la manera de mantenerte conectado con una de las fuerzas culturales más influyentes de nuestro tiempo.
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