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Roberto Jana: Una oportunidad para el talento del país

Roberto Jana: Una oportunidad para el talento del país

La visión del gerente corporativo de personas, comunicaciones y branding en Sonda acerca del valor de los programas de mentoría.

Chile está formando profesionales que, aun con buenos conocimientos técnicos, llegan al mercado laboral sin una red de apoyo, sin referentes, y no necesariamente con la claridad suficiente sobre cómo navegar sus primeros años de carrera.

Esa brecha –la distancia entre la educación formal y el mundo del trabajo– es hoy una de las principales barreras para el desarrollo del talento joven en el país. No es una falla de los estudiantes. Es un problema estructural.

Nuestro sistema educativo todavía prepara a los jóvenes para rendir pruebas, pero no para insertarse en entornos laborales reales, entender culturas organizacionales o gestionar liderazgos. Y, cuando esa falta de acompañamiento se cruza con desigualdades de origen, las brechas se amplifican.

Por eso, los programas de mentoría están cobrando un valor creciente en el debate educativo y laboral. En pocas sesiones, un profesional puede ayudar a un joven a ordenar sus expectativas, validar sus talentos, enfrentar entrevistas con mayor seguridad y entender cómo se construye una carrera más allá del curriculum.

No reemplazan la formación técnica, pero sí entregan algo tan importante como aquello: orientación práctica, mirada humana y acceso a referencias reales dentro de la industria.

Los países que han logrado integrar exitosamente a los jóvenes al mundo del trabajo muestran un patrón común: combinan formación académica con acompañamiento personalizado.

"Las mentorías no resolverán todos nuestros desafíos, pero sí abren un camino concreto para transformar trayectorias individuales y aportar al desarrollo del país."

Según datos de la OCDE, los jóvenes que acceden a orientación profesional pueden aumentar hasta en un 42% sus probabilidades de acceder a un empleo estable y mejorar entre un 5% y un 15% sus ingresos de inicio.

Chile aún está al debe en ese ámbito. Necesitamos más espacios donde estudiantes y profesionales se encuentren, conversen y se orienten mutuamente, especialmente en sectores estratégicos como la tecnología, donde la demanda por talento crece más rápido que la capacidad de formarlo.

En Sonda, hemos podido ver de cerca el valor que generan estas instancias cuando se implementan de manera consistente. En nuestro programa de mentorías, el 90% de las duplas completó todas sus sesiones, una señal clara del nivel de compromiso que se forma cuando el encuentro es significativo.

También observamos algo muy potente: el 80% de los mentores dijo haber aprendido de sus mentees o aprendiz, lo que confirma que la mentoría no es un camino de una sola dirección, sino un espacio de crecimiento compartido.

Muchas de esas conversaciones derivaron naturalmente hacia liderazgo, habilidades blandas y comprensión del entorno laboral, temas que hoy son decisivos para iniciar una carrera con confianza.

Chile tiene capital humano; lo que necesitamos ahora es construir los puentes para que ese talento se active, se potencie y encuentre oportunidades reales. Las mentorías no resolverán todos nuestros desafíos, pero sí abren un camino concreto para transformar trayectorias individuales y aportar al desarrollo del país.

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